

A contracorriente, filipinos luchan contra el aumento del nivel del mar en una isla en vías de desaparición
En la isla de Pugad, en el norte de Filipinas, la vendedora ambulante María Tamayo se levanta temprano cada mañana para retirar el agua del mar de su casa con un recogedor de plástico.
"Sacar el agua lleva mucho tiempo. Por eso me empiezan a doler los pies", dice esta mujer de 65 años, al explicar que puede pasar hasta tres horas al día realizando esta agotadora tarea.
La rutina es la misma desde que las mareas crecientes de la bahía de Manila comenzaron a engullir la isla, un territorio de siete hectáreas que corre el riesgo de quedar completamente bajo el agua.
El mar ya dicta el ritmo cotidiano de sus 2.500 habitantes, con mareas altas que inundan las calles al menos tres veces por semana.
Los horarios escolares se ajustan a diario en función de las mareas para evitar que los niños contraigan enfermedades transmitidas por las crecidas.
Mientras las casas se elevaron sobre pilotes, los propietarios de pequeños comercios usan mesas altas para mantener sus mercancías por encima del agua turbia, que puede alcanzar 1,5 metros en los días de fuertes inundaciones.
La isla no es la única que está en peligro en la costa de Bulacán. En algunas partes de la provincia el terreno se está hundiendo a un ritmo de casi 11 centímetros al año, el más rápido de Filipinas, según un estudio dirigido por el geólogo Mahar Lagmay.
El investigador sostiene que el hundimiento gradual, conocido como subsidencia del terreno, es un fenómeno "alarmante" causado por la sobreexplotación de las aguas subterráneas y agravado por el aumento del nivel del mar debido al calentamiento global.
- "Volver a la normalidad" es imposible -
En Filipinas, el nivel del mar está subiendo tres veces más rápido que la media mundial de 3,6 milímetros al año, y el Departamento de Medio Ambiente y Recursos Naturales señaló que esta subida podría acelerarse hasta alcanzar los 13 milímetros anuales.
"La subida del nivel del mar se está produciendo en muchas partes del país", indicó a AFP Karlo Queano, jefe de geociencias del organismo, quien advirtió que las regiones costeras podrían desaparecer si no hace una intervención a gran escala.
Si bien algunas zonas están implementando iniciativas puntuales —desde 2004 está prohibida la extracción de aguas subterráneas en ciertas partes de Bulacán—, aún no se ha definido una estrategia nacional amplia.
El gobierno presentará un estudio sobre cómo proceder recién en 2028, según Queano.
"Creo que ya es imposible que nuestras vidas en el pueblo vuelvan a la normalidad debido al cambio climático", afirmó el dirigente local Jaime Gregorio.
Según explicó, las carreteras se elevan cada tres años para mantener la viabilidad de la comunidad, pero los cambios de autoridades desfavorecen la implementación de proyectos de mitigación a largo plazo.
Para Tamayo, que ha pasado su vida en la isla, la constante adaptación a las mareas agotó los escuetos ahorros de su familia, ya que tuvieron que gastar unos 200.000 pesos (3500 dólares) para elevar su vivienda.
"Amo mucho esta isla, aquí es donde mis padres me criaron... pero a veces pienso en irme debido a la marea alta", admitió.
Según Lagmay, el hundimiento del terreno podría ser reversible con políticas gubernamentales eficaces que regulasen la excavación excesiva de pozos.
No obstante, subrayó que es imposible hacer frente al aumento del nivel del mar sin un esfuerzo concertado por parte de los países altamente industrializados para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Aunque un fondo climático de la ONU fue creado en 2023 para ayudar a países como Filipinas a luchar contra los efectos del cambio climático, este sigue sin ponerse en marcha.
"Somos nosotros los que estamos sufriendo... Ellos son ricos, así que no podemos hacer nada. Aunque nos manifestemos en su contra, ¿quién nos va a escuchar?", lamentó Tamayo.
R.Sanz--GM